El castillo era la residencia de los reyes y sus señores. Allí se defendían de ataques de los enemigos.
Los castillos se construían en lo alto de las colinas, para poder tener buena visión por si se acercaba algún enemigo. Estaban rodeados por una muralla y por un foso lleno de agua. Para poder atravesar el foso y acceder al castillo, había que cruzar un puente levadizo.
En el centro del castillo había un patio enorme, que se denominaba patio de armas. Allí había almacenes donde se guardaban las provisiones, una cocina, establos para los caballos, una capilla, un pozo y las habitaciones de los criados y de los soldados que protegían al rey y a su familia. Éstos vivían en la torre del homenaje. Allí tenían sus habitaciones y una gran sala, donde celebraban fiestas y banquetes y recibían a personas importantes que iban a visitarles.
Uno de los pasatiempos favoritos de los señores era organizar banquetes en el castillo. Las fiestas eran muy largas y podían durar hasta varios días. Los invitados comían y bailaban. Además, contaban con la presencia de bufones, malabaristas y músicos, que se encargaban de entretener al rey y al resto de invitados.
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